El polvo de PMMA (también conocido como polimetilmetacrilato o acrílico) se une mediante un aglutinante líquido que endurece en pocos segundos. Tras la impresión, las piezas se endurecen en una cámara de calor, donde el polvo se fusiona y se arena para reducir la porosidad superficial. La pieza resultante ofrece una textura ligera y gruesa, alta rigidez y una baja densidad de 1 g/m³. Gracias a la alta reutilización del polvo restante, la fabricación de piezas es más rentable.